El Baptisterio de San Juan Bautista




Seguro que los que yo habéis estado en Florencia, aunque no haya sido más que una vez, llevaréis grabada en la memoria esta imágen unívoca del Duomo (de espaldas, del que en la foto se observa tan solo una parte de fachada y la impresionante Cúpula) el Campanario y el Baptisterio de San Juan Bautista, que constituyen uno de los complejos arquitectónicos más espectaculares de la historia del arte occidental de entre el siglo XI y mediados del XV.

Pero quienes, por una u otra razón, no han visitado todavía la espléndida capital de Toscana, creo que no dudarán ni un minuto más en preparar la maleta y marchar para allá inmediatamente, alegando en su puesto de trabajo que un asunto intransferible e inaplazable les obliga a ausentarse unos días. Y sería lo más cierto y exacto que, posiblemente, habrían dicho y hecho jamás.


Si os parece, ahora vamos a echarle un vistazo al Baptisterio por fuera y, luego, por dentro. Intentaré transmitiros, en la medida permitida por la cortedad de las palabras respecto a lo inexplicable de las emociones, lo que yo misma sentí la primera vez que lo contemplé y visité.


El Baptisterio es el edificio más antiguo de los situados en la Plaza del Duomo. Se reconstruyó y amplió en el siglo XI, a partir de un templo pagano que databa, aproximadamente, del siglo VI de nuestra era, recubriéndose de mármoles de color blanco y verde de valor incalculable.

A su perfectamente trazada planta octogonal, para conferirle aún mayor grandeza, se le añadió un ábside entre los siglos XII y XIII.

Independientemente de su sorprendente belleza arquitectónica, lo que más llama la atención desde el exterior son sus puertas. Las del lado sur, en bronce recubiertas de oro, las terminó de construir Andrea Pisano en 1335. Están grabadas con 28 bajo relieves que describen episodios de la vida de San Juan Bautista.

Casi setenta años después, en 1401, la administración de Florencia encargó a Lorenzo Ghiberti la ejecución de las puertas de las zonas este y norte. Ghiberti tardó casi 50 años en llevar a cabo esas obras maestras, realizadas en bronce y también recubiertas de oro.

Las de la zona este, ejecutadas entre 1424 y 1450, contienen 10 bajo relieves que narran distintos episodios del Antiguo Testamento. Hasta tal punto se quedó embelesado Miguel Ángel cuando las contempló por primera vez que las llamó, espontáneamente, las "Puertas del Paraíso", y bajo ese nombre se las sigue nombrando. Como es natural, para evitar la erosión del tiempo, las puertas se han reemplazado por unas copias perfectas ¡todo hay que decirlo! y las originales se conservan en el casi contiguo "Museo dell'Opera del Duomo" ("Museo de las Obras del Duomo").


Cuando se entra en el Baptisterio, la primera impresión que se siente es la de encontrarse ante el equilibrio y la magnificencia de una iglesia Bizantina. El suelo de mármol, espléndidamente ornamentado, recuerda los suelos orientales. Unas elegantes cenefas de mármol verde y blanco realzan las delicadas ventanas de estilo románico y, tan pronto, como levantamos la vista hacia el techo nos encontramos que está completamente revestido de mosaicos excepcionales, diseñados por Cimabue y trabajados, en el siglo XIII, por artesanos venecianos. Los mosaicos componen un ciclo narrativo de "El Juicio Final", así como la descripción de "La Majestad de Cristo".
El fantástico "Altar de San Juan", para cuya realización, que duró más de 100 años, se utilizaron unos 400 kg de plata, se encuentra albergado actualmente, por razones obvias (no es para menos ¿verdad?) en el antedicho "Museo dell'Opera del Duomo".
Además, en el Baptisterio se encuentran dos soberbios monumentos funerarios. Uno de ellos, el del Cardenal Baldassare Cossa, lo realizó y talló el proprio Donatello.
El Cardenal Cossa fue todo un personaje. Imaginaros que fue eligido Papa en 1410 y adoptó el nombre de Juan XXIII, pero como fue excomulgado en el Concilio de Constanza, se le conoce como el Antipapa de la Iglesia Católica. No obstante la excomunión, el Papa Martín V le nombró Obispo de la Diócesis de Frascati ¡cosas de la época! por lo que murió tan contento y respetable en 1419 y, por si fuera poco, le encargaron a Donatello que le construyera semejante joya de sepulcro, para poderle enterrar en uno de los lugares sacros más bellos de mundo: el Baptisterio de San Juan Bautista de Florencia.
Leeros, aunque sea por encima, la biografía de este peculiarísimo hombre de Dios, nacido en Nápoles, en 1370, y fallecido en Florencia, en 1419.
Luego, si os apetece, quedamos emplazados ante las magníficas copias de "Las Puertas del Paraíso" a primera hora de la mañana del día de San Juan, este 24 de Junio. Contemplamos el Baptisterio, lo visitamos y, a la salida, nos tomamos un buen café y cambiamos impresiones sobre ese gran bribón que tuvo que ser el famoso Cardenal Cossa.
No se os olvide. La cita es el día 24. Ya podéis ir sacandoos los billetes, reservar alojamiento en alguna de las muchas y estupendas villas o casas de campo que hay cercanas a Florencia e ir pensando lo que vaís a llevar en la maleta.
Hasta entonces. Allí estaré.
Sylvia


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