Via de' Tornabuoni: La calle de los privilegios.


Luisa y yo pasamos casi todo el viernes pasado en la famosa Via de' Tornabuoni de Florencia y en sus alrededores.
Luisa, que como sabéis trabaja en el sector de la moda, tenía que hacer una serie de cosas por ahí y yo estuve encantada en acompañarla.
La espléndida calle está situada en la parte oeste del centro histórico de la ciudad, muy cerca del Río Arno a la altura de su maravilloso "Ponte Vecchio".
La calle, que es larguísima, es una consecución de tiendas de alta costura italiana, así como de varias "grandes" marcas extranjeras, albergadas en maravillosos edificios y palacios históricos.
De manera que el simple hecho de pasear por allí ya es en sí mismo un "lujo asiático" gratuito. Otra cosa es entrar a comprarte todas las cosas ideales que, desde cualquier escaparate de Via de' Tornabuoni, hayan atravesado el lugar más chic de tu corazón. Pero concederse un caprichito de vez en cuando no tiene porqué perturbar irremediablemente una cuenta corriente y, sobre todo, es sano para el espíritu.
Como Luisa sabe de moda más que Virgilio de latín me iba comentando con todo lujo de detalles el porqué y el cómo de cada marca, modelito, accesorio, joya o frasco de perfume ante el que yo fijaba la mirada.
De una manera natural siempre he sentido inclinación por la belleza, pero mis conocimientos de "haute couture" han sido los de común administración... Gracias a Luisa, a sus sugerencias en Madrid y, ahora, en Via de' Tornabuoni y, además, a mi ya larga estancia en Toscana, creo que podría atraverme a hablar con un mínimo de conocimiento de causa.
Nuestro encantador paseo empezó por el principio de la calle , donde la firma de Salvatore Ferragamo, y su sobresaliente Museo, ocupan todo el Palacio Spini Feroni, del siglo XIII.
La visita al Museo es una experiencia que no tenéis que perderos. Allí se conservan modelos y accesorios, de los años '20 para arriba, que sirvieron para que un buen número de "divas", actrices europeas y norteamericanas, y distintas personalidades de la alta sociedad internacional, alcanzaran la cumbre de su esplendor. Asimismo, se exhiben una serie de objetos preciosos relacionados con distintos ámbitos del estilismo.
Después, fuimos recorriendo los dos lados de la calle en numeración ascendente, encontrándonos con firmas como Gianni Versace, Max Mara, Tiffany, Yves Saint Laurent, Cartier, Christian Dior, Prada (dos tiendas, la de mujeres y la de hombres) , Bulgari, Bucellati, Gucci , que también ocupa un palacio entero o casi..., Giorgio Armani, Roberto Cavalli (otro palacio o buena parte de él), Pomellato, Tod's, etc.
En las preciosas callecitas adyacentes prosigue el circuíto de alta costura. Por ejemplo, en Via della Vigna Nuova están BP Studio y Dolce&Gabbana y en la magníifica Piazza Strozzi (una plaza que merece un capítulo aparte) está el Emporio Armani.
Aproveché las visitas que tenía que hacer Luisa a media mañana, para pasar un buen rato en la Iglesia de Santà Trinità (en Piazza Trinità esquina con Via de' Tornabuoni). La iglesia, construída a mediados del siglo XI y reformada en varias ocasiones, es manierista por fuera, gótica por dentro, con algunos vestigios románicos, y además de ser bellísima y de albergar una larga serie de obras de arte, entre las que sobresalen las realizadas por Domenico Ghirlandaio y Lorenzo Monaco en el siglo XV, es una de las iglesias más elegantes por su especial armonía y equilibrio que he visto en mi vida.
Está claro que en este "anillo de oro" florentino la elegancia es el medio y la distinción el fin.
Luisa y yo nos habíamos citado para comer en la "Trattoria Marione", en Via della Spada, al ladito de Via de' Tornabuoni. Habíamos reservado con mucha antelación, para el viernes a las 14,00 horas y, así y todo, tuvimos que esperar un ratito. Ya nos habían comentado en "Chianti Hamlet" que siempre está lleno. Sin reservar es prácticamente imposible encontrar mesa.
El restaurante es popular, típico florentino y está muy bien cuidado.
Como nos habían hablado de sus célebres "bistecche alla fiorentina" pedimos sin dudarlo una para las dos, bien hecha - a ambas nos espanta la carne "sanguilonienta"- que pesaba más de medio kilo y, no obstante ¡ era de las más pequeñas!.
Mientras nos traían el "bisteccone", empezamos con un "antipasto toscano", unos entremeses a base de deliciosas verduritas conservadas en aceite y excelentes embutidos toscanos.
Para beber pedimos vino de la casa, un Chianti realmente bueno, y cuando llegó la suculenta "bistecca", con guarnición de ensalada, el aroma que desprendía ese magnífico chuletón de ternera a la brasa, nos pareció más glorioso, si cabe, que los carísimos perfumes olfateados a
primera hora de la mañana. La carne tiernísima y sabrosa. El punto de sal, perfecto.
De postre, tomamos unos "cenci" (pasta de hojaldre muy delgada y frita) deliciosos y muy ligeros, acompañados de sendas copitas de Vin Santo, un vino dulce típico toscano del que ya os he hablado otras veces. Después, café, larga sobremesa en la que nos contamos nuestras mutuas andanzas de media mañana, y la cuenta. Pagamos unos 30 euros cada una, propina incluida, lo que nos pareció de lo más ajustado para la muy buena calidad de la comida y la zona en la que estábamos.
A continuación, otra vez de tiendas por Via de' Tornabuoni, pero esta vez para comprar, además de seguir mirando todo con lupa.
En primer lugar, compramos unos foulards de seda para su madre y la mía, en una firma en la que tratan a Luisa especialmente bien (no estoy "autorizada" a deciros el nombre, lo siento de veras) y en otra, mismo trato preferencial y, por lo tanto, mismo secreto.., un bolso y un par de zapatos para cada una, de una belleza y calidad que ni os cuento. Tras esto, que si un regalito para el marido de Luisa, otro para mi hermano, otro para...
Fue un día providencial. Para ser más exactos el día de los privilegios: Via de' Tornabuoni, la Iglesia de Santa Trinità, la comilona en "Marione", la antigua y sólida amistad de Luisa y ¡El esplendoroso resultado de sus sabias sugerencias estilísticas!
Sylvia

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